martes, 12 de mayo de 2009

¿Cuál sería el título? ¿Corridas en el recuerdo? Podría ser...


Buscando algo en el disco duro a veces uno encuentra otra cosa.
Ayer me pasó eso, estaba buscando la planilla de resultados de la BA42k2007 y encontré el RR de la Maratón de Punta del Este 2008... y ya que estamos lo comparto acá para los que no lo leyeron en su momento y estén dispuestos a aburrirse un rato... largo!!!


Marathon Weekend Report by Matute

Ya hace 3 dias que terminé mi cuarto maratón y le sigo dando vueltas a la idea de escribir el ya clásico reporte, así que sin más preámbulos largamos.

¿Dónde podría empezar el reporte?

Si bien correr un maratón puede llevar apenas algunas horas, en lo personal entiendo que la carrera empieza mucho antes, casi en el momento en que decidimos enfrentarnos a ese reto de 42 kilómetros y 195 metros.

 

PARTE 1 – La decisión

Creo que el año pasado cuando me enteré que la edición 2008 del maratón sería en Punta del Este ya definí que iba a correrla.

Me había gustado correr las dos primeras ediciones de Colonia, y el entorno de Punta prometía gustarme mucho más.

Por otro lado ya había corrido el Maratón de Buenos Aires, por lo que este año no me importaba que las fechas fueran tan cercanas entre sí, optando definitivamente por correr acá.

Eso me llevó a dejar de lado la idea de participar en muchas otras carreras, incluso en el Maratón de Montevideo, dado que no me sentía capaz de correr nuevamente dos maratones en el año como lo hice en el 2007.

A su vez ya en la trotaparty de fin de año nos habíamos comprometido con el amigo Gusano a que Trotamundos iba a colaborar activamente en la concreción del evento, por lo que no cabía alternativa para no decir presente en la línea de largada.

Así fue que surgió la idea de tener un trotapuesto de hidratación oficial, para lo que optamos por elegir a alguien con un perfil que pudiera liderarlo en todo el proceso, todos estuvimos de acuerdo que Tony encajaba perfecto, lo que quedó por demás demostrado el día del evento.

Con todo lo anterior encaminado no quedaba otra cosa que empezar a entrenar…

 

PARTE 2 – El entrenamiento

¡Qué difícil resulta elegir el entrenamiento adecuado!

¡Y cuánto más es seguirlo!

Iban pasando las semanas y yo apenas corría mientras buscaba “el plan perfecto”.

Así fue que iba adaptando planes que bajaba de Internet con los sugeridos por la organización del Maratón de Buenos Aires y hasta el del Maratón de Punta del Este, contemplando algunos aspectos del plan de Duke.

Lo cierto es que muchas ganas de entrenar no tenía, y así era que iba alternando algo de corrida con algo de spinning, hasta que Calzaman me dijo que me adaptaba un plan para hacer en el tiempo que me quedaba, algo así como 2 meses y poco, pero que tenía que arrancar ya.

¡Y arranqué a entrenar!

Debo reconocer que por temas de horarios y otras obligaciones tuve que correr en solitario y se me tornó muy difícil por lo monótono.

Ahí jugó un papel fundamental Vicky que nunca puso objeciones para que me fuera todas las mañanas de domingo para correr con mis compañeros de Trotamundos, era la única instancia grupal en la que podía participar.

No dejaba de preocuparme que ya todos entraban en el famoso taper y yo seguía sumando kilómetros, llegando al LongRun de 30k a apenas 2 semanas de la carrera.

Eso y ver que todos andaban bajando sus tiempos era un elemento que me hacía reflexionar y en algún momento pensar si debía o no correr el maratón para el que ya no faltaba nada.

Nunca se lo comenté a nadie, pero más de una vez dudé si correr o no.

Incluso cuando el Pingüino me decía que no sabía si la corría yo no paraba de darle para adelante como que yo estuviese del todo convencido.

Y así fueron pasando los kilómetros y los días hasta que llegó la semana de la carrera, donde apenas me tocaba entrenar unos 17 kilómetros entre lunes, martes y miércoles.

 

PARTE 3 – La excursión

Habiamos decidido con Vicky que nos tomaríamos el viernes y de esa forma alargábamos el fin de semana, ya que tanto ella como yo sabíamos que un fin de semana de maratón no deja de ser eso, 48 horas dedicadas a la preparación y carrera.

El jueves de noche preparamos todo y el viernes bien temprano empezamos a intentar meter todo en el pobre Leoncio.

No hay fotos de cómo viajábamos pero hubiera valido la pena sacar alguna.

La valija del auto repleta con el carrito de Fede, un par de bolsas de comida, ropa de abrigo para la cama y no sé que más, en el asiento de atrás Fede en su sillita con una bolsa de juguetes, un carry-on repleto de mi ropa dado que llevaba calzas de todos los largos, dos pares de zapatillas, remeras de todos los grosores y tipo de manga, más la ropa normal para tres días de “vacaciones”, al lado el bolso de Vicky y una bolsa inmensa que todavía no sé que llevabábamos ahí.

Adelante piloto y copiloto con la guantera repleta de mapas marcados con el recorrido de la carrera.

Así fue que llegamos a Punta del Este bajo lluvia y con un frío invernal que no se soportaba, el apartamento parecía un iglú y no exagero en absoluto.

Desempacamos y fuimos a entrenar a “Lo de Ruben”, ¡la excursión alimenticia estaba comenzando!

Asado, vacío, provolone y chorizos fueron el puntapié inicial de nuestro Punta Weekend, y los panqueques de dulce de leche el complemento ideal.

Fueron pasando las horas y a la tardecita me dispongo a hacer los últimos 4k antes de la carrera, el viento en la rambla era insoportable, por lo que opto ir a correr a Roosvelt.

Todo según lo planeado hasta que en los últimos metros piso un desnivel y me tuerzo un tobillo, el iquierdo, ¡y ahí los niveles de locura se dispararon hasta el cielo!

Gel y plegarias para que el dolor desapareciera antes del domingo, pero lamentablemente o el gel no era tan bueno o mis plegarias no fueron dirigidas como correspondía o a quien correspondía.

Las empanadas de “Ricas y Famosas” me permitieron olvidar el dolor por un rato, pero con la última mordida ya volvió a molestar el tobillo, así que a la cama que al otro día había mucho por hacer.

 

PARTE 4 – ¡Bienvenidos al circo!

Llegó el sábado y yo quería ser el primero en retirar mi kit, así que en cuanto me desperté comencé a prepararme para salir raudo rumbo al Campus.

Parece que Fede se había contagiado de la exitación y no quiso quedarse en la cama con su madre, así que todos en familia nos subimos al Leoncio y arrancamos rumbo a conseguir el tan ansiado kit, primer contacto real con el maratón.

Ya habían empezado a caer las decenas de sms y llamadas, muestra de que el grado de exitación no era exclusivo mío, sino que éramos todos los Trotamundos que estábamos igual.

Llego al Campus y el Presi con el Perla ya habían retirado sus kits y estaban tratando de hacer el recorrido de la carrera.

Hago la cola de unas 15 personas y llego a que me atienda Robertuf con una muy simpática chica que me anotan y me dan el número, luego paso a retirar el resto de los elementos como el chip, remera, tickets para una pastaparty a la que ya sabía que no iba a ir, el ticket del ómnibus porque si se complicaba la mañana con Fede estaba decidido a ir por las mías a la largada, y alguna cosa más que estaba en la bolsa que entregaban.

Saludo a Alain que tal como le dije estaba disfrazado de butifarra porque debajo de la remera de la organización creo que tenía 2 buzos de lana, también hago lo propio (me refiero a saludar, no a decirle butifarra) a varios más de esos conocidos de carreras que uno no sabe ni el nombre ni ningún otro dato alguno.

Vuelvo al auto y como no podía ser de otra manera le digo a Vicky: “¿Vamos a hacer el recorrido?”, a lo que me responde casi tan motivada como yo: “Dale, ¡vamos!”. Y ahí salimos…

 

PARTE 5 – La Toyota de Curitiba

Salimos del estacionamiento del Campus y doy una vuelta manzana para ponerme exactamente en el lugar de largada de la carrera, perfectamente identificable a pesar de que un rato antes el Presi me había llamado para decirme que hacía rato que no lograba orientarse para encontrar el punto de largada.

Semáforo en verde y ¡arrancamos a hacer el recorrido!

Fede mirando por la ventanilla, Vicky guiando con el mapa en mano y yo manejando fuimos haciendo las primeras cuadras hasta que nos toca parar en el siguiente semáforo, justo detrás de una camioneta Toyota matriculada en Curitiba.

Nuevamente la luz verde y arrancamos atrás de la Toyota que a las pocas cuadras nos dimos cuenta que tambén estaba haciendo el recorrido de la carrera.

Allá íbamos uno atrás del otro pegaditos y bajo lluvia.

Así pasamos kilómetros y kilómetros, llegando a puntos incluso en que los brasileros se equivocaron y ante bocina y luces nuestras volvían al camino y seguíamos uno atrás del otro cincha poroto.

Así recorrimos todo el circuito hasta que debíamos doblar hacia el Camino de la Laguna para hacer los últimos creo que 4k, lugar donde ellos siguieron de largo rumbo al oeste y nosotros nos quedamos con las ganas de saludarlos luego de los casi 40 kilómetros de compañía.

Terminamos el recorrido mientras coordinábamos por teléfono para almorzar con Calzaman & Flia. + Colo y el Presi & Sra.

 

PARTE 6 – Fiebre de sábado por la tarde

Pasamos por el apartamento a cambiarle el pañal a Fede y arrancamos para la plaza de comidas del Devoto tal como había sugerido Calzaman.

Como siempre me pasa cuando decido seguir las sugerencias de mi amigo Calzaman, el intento fue frustrado, la plaza de comidas del Devoto estaba cerrada, no podía ser de otra manera.

“Vamos a la plaza de comidas del Punta Shopping” sugirió alguien, y allá salió la patota.

Sorpresa nos llevamos al entrar y ver que lo único abierto era Il Mondo della Pizza, por lo que sugerí ir a Don Peperonne, propuesta que fue bien recibida y allá salimos de nuevo en busca de ya cualquier cosa para comer porque eran como las 2 de la tarde.

Como no había salad bar en el mencionado restaurante, y Calzaman estaba empecinado en que tenía que comer ensalada, salimos todos rumbo a La Pasiva de Gorlero.

Por suerte al llegar a nadie se le ocurrió modificar nuevamente el destino, así que procedí a ordenar la comida ya casi antes de sentarme a la mesa.

Unos ravioles de verdura sonaban apropiados, y una húngara compartida con Vicky era ideal, pero no pensé nunca que la muy infeliz se me manducó la húngara sin compartir y cuando miré no quedaba ni una miguita.

Terminé los ravioles, los demás sus respectivos platos, el Colo se peleó con el mozo porque su milanesa no venía con guarnición, pagamos y nos fuimos cada uno para su campamento.

 

PARTE 7 – Plantando bandera en El Virazón

Como ya es tradicional para toda carrera en Punta del Este (y en realidad para cada ida de los Mattos-Curbelo a Punta del Este), la visita a El Virazón era obligada.

Así era que teníamos reserva para 24 personas para las 20 horas, cosa de poder cenar rápido y temprano e inmediatamente ir a descansar para la carrera del día siguiente.

A eso de las 19:30 llegan los Pingüinos al apartamento y nos cuentan que preferían quedarse y no salir a cenar porque venían medio cansados y Pablo tenía miedo que le afectara en la carrera, por lo que prefería descansar.

Hicimos 15 minutos de anfitriones y nos fuimos raudos a cenar con la patota, ¡la trotapastaparty nos esperaba!

Fuimos los primeros en llegar, casi inmediatamente cayó el Pichón con Ana y a partir de ahí siguieron apareciendo todos los personajes, Flor y su primo, Barba, Susana, Chile, Sandra, Sofía, Calzaman con Lula, Agustín y Facundo, Pato y Carolina, Duke, Colo, Marce y Yeyu, Eduardo, Ana y sus dos chicos, y disculpen si me olvido de alguien.

Está de más decir que la habitual serenidad del ambiente que suele reinar en El Virazón desapareció totalmente, y los clásicos gritos, bromas y demás hacían parecer que estábamos en la barbacoa de Fran.

Opté por no entrarle a mis recomendados raviolones de calabaza para adecuar la cena de la noche previa a un maratón, así que unos spaghettis al wok parecían ideales… ¡lo que no parecía ideal fue el omelette surprise que me clavé de postre! Pero valió la pena… con la panza llena y por tanto contentos nos despedimos todos como que no nos fuéramos a ver por semanas y arrancó cada uno para su cunita.

 

PARTE 8 – Llegó el gran día

A las 6:00 a.m. sonó la alarma de mi celular, y a las 6:05 el de Vicky, el miedo a quedarme dormido era grande, pero obviamente ya estaba despierto mirando el techo y visualizando la carrera desde hacía bastante rato antes, no sé cuanto, pero me había dado como para hacer el repaso de casi todo el recorrido.

Me levanto y en el living ya estaba el Pingüino comiéndose la banana, vestido y casi listo.

-       Ahhhhhhh. Me dijo.

-       Ahhhhhhh.  Le contesté.

Un clásico diálogo que mantenemos siempre previo a cualquier carrera, en fin, entre nosotros nos entendemos.

La ansiedad me había dado un hambre que no veía, así que me mandé una banana, dos tostadas de pan de manzana y un Gatorade de naranja.

Baño y a vestirse, con todo el proceso que eso implica… la vaselina, el micropore, las calzas cortas, las largas arriba, la remera de TTM2, una de manga larga arriba, un buzo afelpado viejo que tenía previsto usar hasta la largada para tirarlo en ese momento al mejor estilo New York Marathon, gorrito naranja característico y listo… “¡ya estoy listo!” le dije a Vicky que estaba terminando de vestir a Fede.

Todo listo para salir para el Campus cuando mi hijo decido tomarse un tiempo para mandarse un vómito tan espectacular como inoportuno.

Operativo urgente para cambio de ropa y limpieza de forma de no perder más minutos, nos subimos los 5 al Leoncio y salimos raudos hacia el punto de encuentro que habíamos determinado la noche anterior, el estacionamiento principal del Campus.

 

PARTE 9 – La clásica previa, como siempre

Con lluvia y todo llegamos volando a Maldonado, pongo el señalero a la izquierda para entrar al estacionamiento cuando faltaban apenas 15’ para la hora fijada de largada, ahí veo a Viruca, bocina, saludo y estacionamos.

Enseguida entramos a encontrarnos con todos, Flor, Barba, Duke, Panther que había venido a trabajar en el trotapuesto, Ale, Chile, Eduardo y alguno más.

Vicky decide no ir a la largada esperando en el auto porque la lluvia era intensa y lo menos que queríamos era que Fede se mojara y anduviera así por las próximas muchas horas, así que coordinó que fuera Gaby y que ella la esperaba para salir luego hacia el km. 10 donde nos verían pasar en primera instancia.

Me despido y arranco con el resto ya en medio de tremenda exitación hacia el corral ese donde te ponés antes de largar.

Veo a Merceditas, beso y deseo de buena carrera, me viene a saludar Naty de los Corredores del Este que estaba alentando, ahí me empiezo a encontrar con el resto de los Trotamundos que iban a correr y que estaban calentando.

Fotos por decena, arenga clásica, ovaciones para las chicas de Brazil que se quedaban para correr los 8k, saludo Trotamundos y a prepararse que llegó el momento tan esperado durante meses.

 

PARTE 10 – ¡Largamos!

Esos segundos en que uno se termina de dar cuenta que está largando son tremendos, la emoción es tremenda y estoy seguro que no la puede entender cabalmente nadie que no haya pasado por ese momento antes.

Salimos corriendo varios juntos en medio de la muchedumbre, viendo a los costados como la gente se trepaba a las vallas para saludar y alentar de una forma que me dio la impresión no había visto antes.

Enseguida quedo corriendo con Ale B y el Pingüino, los únicos que venían como yo con el modesto objetivo (o no tan modesto) de ser “sub-5”.

Y allá íbamos bajo lluvia recorriendo los primeros metros y pasaban las cuadras entre bromas y gritos de aliento.

Chistes con Ariel y otros Correcaminos, también con algún otro conocido desconocido de siempre.

Y en eso pasa el Barba ataviado como para ir al estadio, campera, jogging, todos sus cables de mp3 y demás, corriendo como si hubiera visto la famosa luz mala.

En fin, nosotros seguimos a nuestro pasito, ya de la mitad del malón para atrás.

 

PARTE 11 – Chapoteando por Maldonado

Y ahí íbamos corriendo y esquivando los pozos de agua que se habían formado por la lluvia que no paraba.

Así llegamos a creo que el km. 2 donde estaba el primer Morelli-móvil para saludar, también pasamos por Naty y Danielo con paraguas incluido que estaban alentando a sus Corredores del Este, saludo vía grito mediante y seguíamos chapoteando.

Nos arrimábamos al puesto de hidratación del kilómetro 5, cubierto por los Ruteros que dicen que eran 60, pero me parecieron menos, Leonel (sin su alumna) y varios más, estaban esperándonos vasitos en mano mientras íbamos escuchando las menciones que hacían vía micrófono, me acuerdo que unos minutos antes de pasar nosotros dijeron que estaba pasando Calzaman, “reconocido entrenador de basket” dijeron.

Cuando pasamos nosotros tuvimos que autoanunciarnos para que repitieran porque salvo Leonel, que estaba bastante lejos del micrófono, no nos conocía nadie.

Ahí ya habíamos tomado contacto con la troupe del Chirola que iban para las 4:15, iban varios conocidos de la Rambla, alguna de Actitud Rambla, la chocolatera amiga del Pingüino, un amigo del Tato al que se le desataban los cordones cada 50 metros, unos 10 o 12 creo que éramos.

Las bicicletas nos pasaban para un lado y el otro.

Las primeras fueron de un par de Andarines, que hoy almorzando con el Pingüino llegamos a la conclusión que uno tenía que ser Edgar, quien seguramente no nos saludó porque a esa altura los tres veníamos con algo arriba de las remeras identificatorias.

Luego empezó a aparecer Patricia, que no tengo ni idea quien es, pero de tanto verla empecé a saludarla confundiéndola al punto que no sabía si nos conocíamos o no.

Mi nueva amiga venía acompañando a alguien de atrás nuestro que no me acuerdo el nombre pero que me he cruzado más de una vez en la Rambla de Montevideo.

Seguíamos corriendo por balastro y yo le decía a Ale B. que no salpicara barro porque le iba a molestar el resto de la corrida.

Así nos íbamos acercando al km. 10 donde nos verían Vicky, Fede y Gaby.

 

PARTE 12 – ¡Tirame una toalla!

Llegamos a una esquina justo antes del puesto de hidratación del km. 10 donde estaba nuestro equipo de apoyo personal, paraguas en mano y al costado del auto Gaby y Vicky. Me adelanto sacándome la remera de manga larga para dárselas y les pido una botella de agua y uno de los geles que me había traído el Pingüino de Buenos Aires… y una toalla para secarme, que obviamente no había ni me hubieran dado porque no hubiese servido de nada.

¡Qué lindo fue ver a Vicky en ese momento!

Ahí ya estábamos ansiosos de llegar al km. 15 donde veríamos a nuestros amigos del trotapuesto. Nos encontramos con el primer repechito corto pero duro justo antes de llegar a la ruta que pasa por el Jaguel.

Así nos arrimamos al km. 12 y ya empezamos a oir el punchi punchi del trotapuesto.

Me mando las pasas de uva y nos alcanza el grupito del Chirola, el Pingüino venía bastante atrás como 200 metros dado que con Ale B. nos habíamos adelantado un poco, seguramente por la ansiedad también de llegar al k 15.

 

PARTE 13 – Trotamundos y el trotapuesto a la vista

El k13 y el k15 estaban prácticamente juntos porque eran la cabecera del puente de La Barra, el que debíamos cruzar y seguir hasta algo así como 1.000 metros, para dar la vuelta en U.

Por esa razón al llegar al k13 ya era estar en el trotapuesto.

La música a todo volumen, los carteles, el gentío que era tremendo, de nuestros amigos y de mucha más gente que había elegido ese punto como estratégico para ir a sacar fotos y alentar.

Llegamos a la rotonda y vemos a Tony, Andrés y Butiacero como locos dirigiendo el tránsito porque el diseño del recorrido llevaba a que hubiese un cruce de corredores entre los que tomaban el puente y los que lo dejaban.

Fotos y saludos, aplausos y gritos, todo confluía para subir el paso y animarse a remontar los repechitos del puente ondulante.

Subimos, bajamos, subimos bajamos, pegamos la vuelta y de nuevo subimos, bajamos, subimos y bajamos.

En ese k nos cruzamos con muchísmos de nuestros amigos, los que iban adelante y los que venían atrás.

Llegamos al trotapuesto propiamente dicho, donde estaban todos, los Schroder, Nacho a puro flash, Elba Reel, la flia. de Viru, el clan Morelli, DeeJay Levis “pinchando” bajo lluvia y muchos más, la lista de voluntarios creo que rondaba los treinta entre Trotamundos, amigos y familiares, sin duda el puesto con más gente, el más ruidoso y el más organizado.

Las banderas y los globos, así como los carteles te daban ganas de gritar “¡éstos son mis amigos!” y pasamos de largo, no tan rápido como nos hubiese gustado ir corriendo, pero mucho más rápido de lo que hubiésemos querido para poder disfrutar más ese breve momento.

Un beso a Vicky y a Fede que estaba en sus brazos bajo lluvia sirvió para tomar impulso y encarar los 37 kilómetros faltantes.

Ahora a encarar esa larguísima rambla que había recorrido tantas veces antes pero nunca corriéndola de punta a punta como iba a ser en ese momento.

 

PARTE 14 – A garota paulista

Hacía muchos kilómetros atrás, casi desde el k2 o 3, veníamos pasando y siendo pasados por una muy bonita chica de Sao Paulo que era acompañada por un ciclista que la asistía.

Pero recién luego del km. 17 tuvimos oportunidad de conversar con ella.

No sé ni como comenzó el diálogo, por algo referido al agua creo, y todo esto llevó a comentarle de una amiga mía que vivía en Sao Paulo y que corría triatlon, y a su vez ella me contó que integraba un equipo muy numeroso de allá pero que había venido a correr ella sola.

Nos alcanzan Vicky, Gaby y Fede en el Leoncio, presentaciones pertinentes de por medio y seguíamos corriendo.

Lula también nos pasó en la camioneta, vimos a Yeyu pinchada al costado con un samaritano que le estaba cambiando la rueda… y seguíamos corriendo.

En el km. 20 al tomar agua Ale B. queda para atrás y yo sigo con la paulista… ¡valía la pena seguirla!

Lentamente se me iba despegando y yo comenzaba a quedar solo, pasaban los puestos de apoyo de otros grupos de corredores, bastante gente al costado de la rambla aplaudía y alentaba.

Así fue pasando la larga rambla de la playa Brava.

El k21 tenía un arco, foto, aplauso y alfombra.

Miro mi reloj y venía en 2:10 o poco más de eso, la verdad es que no recuerdo, pero lo que si me acuerdo es que me sorprendí del buen tiempo.

Hablando de buen tiempo, ya había parado de llover… y la paulista ya me había sacado como 100 metros, que parecían acrecentarse.

 

PARTE 15 – Mirando vidrieras por la 20

Entro en lo que es la península propiamente dicha, unas vueltitas de esquina y de nuevo a la rambla, mismo en la punta tengo que parar para sacar algo de los litros de líquido que venía consumiendo hasta el momento.

“- ¡Eso no vale!” fue el grito de Ale B. al alcanzarme mientras yo estaba contra un murito de una casa “dibujando”.

Acomodo todo en su lugar y arranco a correr con ella de nuevo.

Así juntos entramos en la calle 20 y bromeamos sobre parar un poco a caminar para poder ver las vidrieras, creo que ella bromeaba, yo lo decía en serio, pero como no me hizo caso seguimos corriendo.

Creo que al cruzar la 30 nos alcanza el Pingüino, o por ahí, justo donde también aparece el Yueder-móvil con Butiacero y Duke sentados atrás.

Se baja el Duke a correr un poco con nosotros.

Entramos en la Mansa y Ale B. comenzó a alejarse.

Quedo con el Pingüino y nos acercamos a la parada 5 donde seguramente viéramos a nuestras respectivas dado que pasábamos por la esquina del apartamento.

Habían ido a darle de almorzar a Fede, pero ya estaban arriba del auto de nuevo listas para intentar atropellar a todo corredor que amagara con pasarnos.

El Pingüino les pide un short dado que estaba de pantaón largo y se me había acalorado el fulano, lo cierto es que le mostraban el short por la ventanilla pero no paraban nunca, parecía que le tomaban el pelo.

Allá logramos agarrarlas, a ellas y el short, el Pingüino se queda cambiándose y yo bajo el paso, siguiendo suavecito para esperarlo.

Me alcanza y seguimos… nos quedaba toda la Mansa por delante todavía.

 

PARTE 16 – Zummmm, zummmmm

Así nos hacían los autos a esa altura, pasaban sin el más mínimo respeto por los corredores que tratábamos de ir lo más cerca posible del cordón de la vereda.

Por cierto que en determinado momento pensé si no sería más prudente correr por la vereda, mientras me preguntaba si sería que veníamos tan atrás que ya no había nadie indicando que los vehiculos aminoraran la velocidad.

Lo cierto que entre zumbido y zumbido llegamos casi al k 30 y el Pingüino ahí venía más entero que yo, por lo que opté por decirle que siguiera solo adelante que yo bajaría la velociad porque venía muy cansado.

Ahí se me entró a complicar, lo de correr sin compañía además de monótono hacía que empezara a evaluar si seguía o no en carrera.

Cada vez más lento veía como se me alejaban los corredores de referencia, entre ellos el Pingüino, a quien cada vez veía más chiquito a lo lejos.

A esa altura ya tenía más que identificado a alguien que iba parando en una camioneta doble cabina cada pocos kilómetros, casi hasta podíamos conversar de tan lento que iba, y lo peor es que me daba cuenta que cada vez aminoraba más la velocidad.

Otra que ya venía viendo seguido era a Naty, la de Fran, que hasta bromeando me sugirió que acortara camino doblando ya… ¡al menos creo que me lo dijo en broma!

También reaparecieron en su auto Danielo y Natalia de los Corredores del Este con el clásico “¡vamos Isma que no falta nada!”.

Y de verdad que no faltaba nada, y yo era conciente, pero se me hacía dificilísimo sacar fuerzas para seguir.

Así fue que llegué a la curva donde dejábamos la rambla rumbo al Camino de la Laguna para hacer los últimos 4k o poco más que eso.

 

PARTE 17 – Aparecen los pacers

Tomo el Camino de la Laguna y ahí me cruzo con Seba y su novia que venía ya bañado y en auto en sentido contrario, me saluda, lo insulto, y sigo mientras él empieza a dar la vuelta para acompañarme a en su auto a mi paso.

Hace unos metros conmigo y me tiene que dejar por los cortes de calle.

Ahí un 205 azul que venía de cerca desde hacía rato para y por la ventanilla una niña (que venía con varios más y su madre) grita: “¡Dale papito que no falta nada!”.

Sentí que se me paralizaba el pecho de emoción al ver como esa nena de unos 6 años trataba de ayudar a su padre a lograr algo que seguramente lo convertiría en su héroe, me doy vuelta para individualizar al padre y le digo “¡Con este aliento hay que llegar!”, y afirmé el paso lo poco que pude, que fue más que lo que pudo mi ocasional compañero dado que le saqué unos cuantos metros casi enseguida.

Ahí apareció de nuevo Seba en el auto y lo puso a mi lado para acompañarme conversando mientras me hacía más fácil el esfuerzo.

Como al kilómetro aparece Tony corriendo que venía a buscarme, ¡impresionante!

Me marcó el paso los creo que últimos 3 kms.

En el k40 está de nuevo Vicky con Fede y Gaby.

Está de más decir que ver a Vicky y Fede fue como una inyección para poder olvidarme del cansancio que estaba acumulando.

Seba tiene que dejarme de nuevo porque ya no dejaban circular autos, sigo con Tony, rotonda, Roosvelt y ya estábamos casi llegando.

 

PARTE 18 – Cuando 195 metros parecen tanto y tan poco al mismo tiempo

Dejamos Roosvelt y encaramos el último repecho que con 42 kilómetros arriba parecía mucho más empinado de lo que era.

“- Vamos que llegaste” me repetía Tony mientras seguía marcándome el paso, quedaban apenas unos metros.

Es el momento donde uno empieza a confundir las emociones y a ni ver lo que pasa a los costados, ¡todo pasa tan rápido aunque uno vaya tan despacio!

Cada vez había más gente a los costados alentando y no sé de donde saqué fuerzas para apurar un poco más el paso, o al menos eso creí que hice.

Aparece Madelón y se suma a acompañarme, haciéndome bromear que no podía llegar corriendo con alguien que había tenido familia un par de meses atrás.

Tambén aparece Tato a saludar y correr unos metros conmigo.

Llego a la última curva donde la gente ya estaba agolpada como que llegara el puntero y ya habían pasado horas desde ese momento.

Doblo y mis pacers me dejan para que disfrute mi momento de gloria.

Escucho que me nombran por los parlantes y que dicen que llego ovacionado y acompañado por mis compañeros de equipo, creo que el Colo Martínez era quien relataba, en ese momento no reconocí su voz.

Se me llenan los ojos de lágrimas, igual que ahora, igual que en cada una de las llegadas de mis anteriores tres maratones.

Así llego a cruzar el arco inflable, pisando la alfombra y frenando el cronómetro que decía que había logrado recorrer esos interminables 42.195 metros en 4 horas y 56 minutos.

 

PARTE 19 – Aplausos, besos, medalla… ¡y brownie más pan de naranja!

Es increíble esa sensación donde aunque uno sea el último en llegar, por un momento se siente el mejor campeón olímpico de la historia.

Y creo que en cierta forma uno lo es.

Tengamos en cuenta los pocos que nos animamos a enfrentar un desafío deportivo como correr un maratón, sin duda que nos hace distintos (y no digo mejores, digo distintos), y hay que correr esos 42 kms. para entender a lo que me refiero.

Es indescriptible lo que se siente al cruzar el arco de llegada.

Pero lo cierto es que lo crucé, me dieron la medalla, alguien se ofrece a sacarme el chip, empiezo a ver contra las vallas a mis amigos, los que habían corrido y los que habían venido expresamente a alentar desde Montevideo.

Salgo de la zona de llegada Gatorade en mano y voy a saludar a Vicky y Fede, al resto de los Trotamundos, y amigos de tantas carreras.

En eso llega el mejor premio, ¡los brownies de Florencia! Y por si fuera poco ¡el pan de naranja de Mad!

Entre besos y abrazos me entero que el Pato hará podio por un muy meritorio tercer puesto en su categoría.

Nos quedamos todos para festejar como corresponde su subida, cornetazos, pitazos, gritos y aplausos que nos mostraban como verdaderos “locatarios”.

Ya había terminado todo, o casi todo, porque todavía nos faltaba el k43, o sea nuestro ya clásico almuerzo post-maratón.

 

PARTE 20 – Asado, chorizo, provolone, boniato glaseado y chimichurri para recuperar

A las 15:00 en punto copamos la parrillada El Tranco, creo que éramos algo así como más de 40, por supuesto que con reserva previa para asegurarnos no quedarnos con hambre.

Arrasamos todo lo que había, no sé cuantos pancitos con chimichurri me mandé hasta que me llegó el asado. El chorizo y el provolone me duró menos el vasito de agua que me dieron en el puesto de hidratación del km. 5… ¡y no me olvido del boniato glaseado!

Como nos quedamos con apetito, con los Pingüinos, Viru, Pichón y Ana decidimos irnos a continuar reponiendo energías a Don Peperonne.

Lamentablemente al llegar nos desayunamos que no tenían las ansiadas tortas de Cake’s por lo que terminamos en el Mc Café.

De ahí al apartamento a preparar todo y subirnos al auto, un maratónico fin de semana había terminado.

 

PARTE 21 – Y para cerrar…

Y como todo tiene final hay que ir redondeando este reporte, que si a alguno se le hizo largo y pesado… lamento, ¡pero no obligué a nadie a leerlo!

Correponde el agradecimiento a Tony y toda su baracutanga por el tremendo trotapuesto que montaron en el km. 15 y a los Trotamundos que colaboraron con la alcancía para que se pudieran comprar todos los materiales, los globos, cornetas, etc., a Viruca por la realización de la cartelería, a Nacho por venirse a sacarnos fotos habiéndonos conocido hace apenas unas semanas atrás, a Tato y Luis que hicieron posible la musicalización del punto, lo que sin duda marcó la diferencia con el resto de los puestos de hidratación.

El reconocimento a todos los Trotamundos que corrieron los 42k, y a todos los corredores que hicieron posible tremenda fiesta deportiva.

A Edgardo el agradecimiento por el plan de entrenamiento y el seguimiento que me hizo día a día.

A Vicky y Fede todo, bancarse todas las horas de entrenamiento y pasar todo un fin de semana de lado a lado no tiene nombre, sin su apoyo no hubiera podido concretar mi cuarto maratón, así que simplemente ¡GRACIAS! y hasta el próximo maratón…

1 comentario:

  1. Buen reporte matute . Te falta ser un poco mas sintético . Para leerlo tuve que llegar tarde al laburo

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